Mujeres por la ciudad |
Lara Islas |
Una verdad a medias, una realidad impostergable. |
En estos días se ha dado a conocer una campaña titulada «Mujeres por la Ciudad». Como lo describen sus creadores, se trata de un experimento urbano que se realizó en diversas ciudades de América Latina, con el objetivo de sensibilizar a la ciudadanía sobre la violencia de la que son receptoras las mujeres en sus ciudades. Esta experiencia en Uruguay, impulsada por Red Mujer Hábitat con el apoyo de ONU Mujeres y AECID, consistió en colocar en distintos puntos de Montevideo, Maldonado, Piriápolis, Capuera y San Carlos siluetas de mujeres pintadas de blanco y libradas a su propia suerte. Se hace el seguimiento de estas figuras fotografiando y documentando el estado de las mismas por un plazo de 15 días. Luego de ese periodo se revela el resultado de haberlas dejado expuestas a lo que nuestra ciudad nos depara todos los días, la agresión, falta de respeto, el vandalismo, falta de tolerancia. La mayoría de ellas fueron pintadas, dibujadas, amputadas y hasta destruidas completamente. Finalmente, se organiza un evento donde se invita a los ciudadanos, diferentes articuladores sociales, autoridades, artistas plásticos «para una jornada de recuperación y embellecimiento» de las figuras y se vuelvan a ubicar en puntos de las ciudades. La iniciativa es interesante como experiencia sociológica. Las figuras son pintadas, cercenadas y hasta destruidas por completo, pero si en vez de figuras de mujeres se hubieran colocado figuras humanas, de animales u objetos el resultado, seguramente, hubiera sido el mismo. El daño no está dirigido en forma concluyente al género que representa la figura, por lo que sostener eso como axioma es una verdad a medias. Lo que realmente interesa de rescatar de esta experiencia y en lo que debemos enfocarnos es en las consecuencias de la exposición. Desde hace mucho tiempo que venimos postergando y perdiendo la pelea en el terreno de la educación, el respeto, la tolerancia, la buenas costumbres, la convivencia. Esto es realmente preocupante, es visualizado y trabajado, pero sin eficacia en los resultados. Es muy difícil la corrección de su rumbo sino nos involucramos y empezamos desde temprana edad en nuestro seno familiar, escuelas, asociaciones sociales y gubernamentales a transmitir valores positivos. Esos valores mínimos e indispensables para una convivencia saludable, identidad nacional de pueblo educado, pacífico y republicano por el cual siempre hemos sido reconocidos. Este es el patrimonio como sociedad por el que debemos luchar y el mejor legado como ciudadanos que podemos dejar a nuestros jóvenes. || |
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