Luto rojo |
Leyla Martin |
Desaparece físicamente la figura más polémica de los últimos tiempos. |
Culmina la «Era de Chávez», con la desaparición física de quien fuera presidente de Venezuela. Murió el hombre que revivió a la izquierda y que indiscutiblemente escribió muchas páginas en la historia que trasciende fronteras, no hay vacilación sobre ello, mas no era invencible y al final fue derrotado por el cáncer, pese a que buena parte del pueblo y él mismo llegaron a creer que era inmortal. Su legado, luego de llevar al punto del fanatismo a sus seguidores, despertando las más nobles pasiones y las más bajas, ha producido un cambio en la idiosincrasia del venezolano. El expresidente había sido electo por un nuevo período, el cuarto de su larga gestión; que no pudo por lo menos iniciar, debido a la penosa enfermedad que lo aquejaba y de la cual siempre estuvo consciente, pero, renuente a abandonar, prevaleció su proyecto político antes que su propia salud. Mucho se ha alertado sobre la dirección de todo este proceso desde Cuba y no puede dejarse en el tintero que el propio personaje era un estratega. La interrogante ahora es si serán satisfechas las expectativas de sus prosélitos, quienes han cifrado todas sus esperanzas en el máximo líder del «socialismo del siglo XXI». Sin embargo, en esta hora de la historia, nadie, ni siquiera algún otro representante de la misma corriente, podrá igualar la carismática personalidad del mandatario. Gracia que fue fundamental en su conexión «mágico-religiosa» con quienes han resultado apasionados del régimen. Influyó en el pensamiento, en las emociones de la gente, supo explotar el tema sociopolítico, dando protagonismo al sector marginado en la sociedad, colocó a los pobres en el centro del discurso, les dio visibilidad, interpretó sus carencias de manera magistral, empoderándolos mediante el contacto directo, el populismo, y logró implantar su ideología con tinos y errores en ese gran sector de la población venezolana e incluso más allá de sus límites geográficos. |
En esta hora de la historia, nadie podrá igualar la carismática personalidad del mandatario, fundamental en su conexión «mágico-religiosa»con quienes han resultado apasionados del régimen. |
Los lazos de Chávez con el pueblo que durante cuarenta años y más estuvo desatendido, degradado, golpeado por las injusticias, la precariedad, se basan en una comunicación emocional traducida en una esperanza de cambio del sistema político y una nueva constitución que los favorecería, entre otros aspectos de relevancia. Todo ello lo encumbró sobre los tradicionales mandatarios, convirtiéndolo en el fenómeno que constituye. Se enfrentó a una Venezuela enferma, a una política deslegitimada, con altísimos índices de exclusión, que supo interpretar muy bien y sobre tales deficiencias, más allá de aciertos y desaciertos, edificó su proyecto que cautivó a esa masa desprotegida que hasta entonces no tenía esperanzas de acceder a una mejor calidad de vida. Esta situación parece no haber sido entendida, a estas alturas, por la oposición. En tal sentido, para quien aspire llegar a la silla presidencial, el énfasis en lo social es el punto clave, pero captando la credibilidad de aquellos a quienes atañe. En correspondencia con la sentencia del Tribunal Supremo de Justicia, ante el requisito constitucional de la juramentación para el nuevo lapso presidencial de acuerdo con el triunfo obtenido el 7 de octubre de 2012 y que no pudo concretarse, el sucesor como presidente encargado en funciones es Nicolás Maduro. Es, además, el ungido por Chávez en su última alocución al país el 11 de diciembre de 2012, que resultó ser su despedida antes de ausentarse con destino a La Habana para proseguir su tratamiento y del cual no hubo retorno en buenas condiciones de salud. Ese modelo que Chávez propuso y explotó, ¿es sustentable en el tiempo, sin la producción de riqueza, sin la empresa privada, sin la generación de ingresos? Ante dos mitades, 55 % - 45 %, existe incertidumbre, porque quien le suceda debe continuar la labor iniciada por Chávez, pero forjando la democracia y vínculos con equidad que permitan la sana convivencia por el bien de todos quienes conforman esta patria. Lo que está claro es que hoy Venezuela es otra. Se ha producido un cambio en la gnosis colectiva de la población «revolucionaria», en la cual fueron exaltados los valores patrióticos, y debe haberlo en el sector contrario. Ojalá hayamos aprendido la lección y los políticos logren interpretar este momento histórico, rescatar lo positivo, reivindicar la institucionalidad, que este episodio conduzca a propiciar las condiciones y el clima indispensable para la evolución y para hacer de Venezuela el país que todos merecemos. |
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