Columna al servicio de la libertad: Ni una muerte indiferente
Patricia Soria Palacios
 

«Todas las mañanas, el agresor le dejaba una rosa y una carta en la ventana de su dormitorio. La flor pertenecía al rosal de la casa que habían compartido muchos años. La misiva decía cosas espeluznantes. Hablaba de cómo iba a matar a su pequeña hija delante de ella, a ella y luego suicidarse».  «Esas cartas le fueron mostradas a la jueza para que solicitara el arresto. La magistrada las miró con atención una a una. Levantó la vista y dijo: “De qué se queja, si que le envíen cartas y rosas es todo lo que una mujer puede querer”. A esa jueza la ascendieron». (Montevideo, 12 de noviembre de 2010. AmecoPress/SEMlac).

Cada 25 de noviembre desde 1999 se conmemora el Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer, fecha elegida en el Primer Encuentro Feminista Latinoamericano y del Caribe, en memoria de las hermanas Mirabal, quienes lucharon fervientemente contra la dictadura de Trujillo en República Dominicana siendo encarceladas, torturadas y violadas en varias oportunidades hasta que el régimen decidió terminar con sus vidas.

Naciones Unidas define violencia contra la mujer como «todo acto de violencia basado en el género que tiene como resultado posible o real un daño físico, sexual o psicológico, incluidas las amenazas, la coerción o la prohibición arbitraria de la libertad, ya sea que ocurra en la vía pública o en la vía privada». 

A nivel mundial el problema de la violencia contra la mujer tiene una magnitud escalofriante, a decir verdad. Un estudio de la Organización Mundial de la Salud realizado en varios países revela que entre un 15% y 71% de las mujeres refirieron sufrir violencia física o sexual de parte de su pareja en algún momento de sus vidas y puntualmente una de cada cuatro mujeres puede ser víctima de violencia sexual por parte de su pareja impactando en el aumento del VIH-Sida en la población femenina, entre otras consecuencias.

En nuestro país la realidad no es diferente. A pesar de contar con la ley n.º 17.514 donde se declaran de interés las actividades orientadas a la prevención, detección temprana, atención y erradicación de la violencia doméstica, que data de julio del 2002, las estadísticas del Observatorio Nacional sobre violencia y criminalidad del Ministerio del Interior crecen a pasos agigantados año a año.

Del informe sobre el primer semestre del corriente año se desprende que el 60% de los crímenes hacia la persona corresponde a la categoría violencia doméstica, siendo víctimas preponderantes las mujeres en el tramo de edad de 15 a 44 años. Los números nos golpean duro indicándonos que los casos de violencia doméstica lideran los informes del Observatorio superando a los casos de hurto que es la categoría que socialmente consideramos más usual y preocupante.

Lo removedor del asunto es que a pesar de existir una ley al respecto, a pesar de contar con unas cuantas oficinas gubernamentales y organizaciones sociales dedicadas al tema y a pesar también de que la realidad nos explote en la cara con las cifras antes mencionadas, suceden cosas como las relatadas al comienzo.

Tengo la convicción que no hay ley que valga si la mentalidad colectiva no asume los problemas sociales que hemos engendrado como lo son en este caso el machismo, la discriminación de género y la falta de sensibilidad ciudadana ante todo. Mientras sigamos haciendo oído sordo al pedido de ayuda de la vecina y mientras conservemos el «no me meto porque es para lío» nuestro silencio nos convierte en cómplices de estos actos criminales y así seguiremos entregando a nuestra población a la debacle emocional, psicológica, física y social.

Despertemos de esta anestesia colectiva y que ni una muerte más nos parezca indiferente. Esta es la bandera que ha levantado la organización Mujeres de Negro quienes nos invitan este 25 de noviembre a congregarnos en la explanada de la Intendencia de Montevideo a las 20 horas y realizar una performance en movimiento hasta la plaza Independencia, siendo única condición vestir de negro en señal de luto nacional por todas nuestras víctimas ignoradas.

 
 
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