Hacer patria, compre nacional y precios controlados |
Lucho Bugallo |
La industria «protegida» por el Estado de la legítima competencia. |
Desde casi todos los sectores políticos en nuestro país [Argentina] se escuchan defensas enfáticas, algunas debo reconocer menos ideologizadas que otras, hacia el «compre nacional» o en su defecto, hacia la industrialización con sustituciones de importaciones. Claro, debo aclarar, valga la redundancia, porque siempre aparece algún militante bobo que atacaría diciendo «vos sos un cipayo vende patria», que ningún estúpido estaría en contra de una industria nacional fuerte y desarrollada, pero, y acá es donde está la diferencia, «protegida» de la legítima competencia cual populismo industrial, como lo denomina el economista José Luis Espert, es la antesala (ya comprobado por más de cincuenta años en nuestro país) del fracaso «desarrollista» que pretenden buscar los que aún insisten en esta defensa ideológica. Ejemplos hay miles, cientos de miles. En nuestro país, desde hace cinco décadas la industria estuvo prácticamente protegida, salvo en determinados contextos políticos, siendo justamente en estos donde las industrias eficientes, por ejemplo la agroindustria, han logrado expresar sus máximos potenciales. No así en las otras, las ineficientes, que dependen pura y exclusivamente de la teta del Estado nacional. Hoy tuve la oportunidad de ver una publicidad de 1960, donde el Gobierno dictatorial cubano, recién llegado al poder por medio de la guerrilla armada, comandada por el Comandante y Fidel Castro, explicaba a sus habitantes acerca de los «beneficios» que estas políticas proteccionistas traerían para el futuro del país. El final de la película ya lo conocemos. Es muy probable que muchos cubanos en 1960 se hayan creído el verso (hoy llamado relato) revolucionario que les ofrecía un futuro más justo y equitativo, con una industria nacional fuerte y próspera, donde las góndolas estarían repletas de productos de origen nacional. Palabras que hipnotizan a más de un nostálgico populista y nacionalista. Hoy, cincuenta y cuatro años después, todos sabemos en qué terminó la popular «Revolución» verde olivo del dictador Fidel Castro, que aseguraba la abundancia, la paz social, los derechos de los más humildes, como también algo así llamado «democracia». || |
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