| Todos con Ney Castillo |
| Miguel Manzi |
El sábado 30 de noviembre, las asambleas de Vamos Uruguay y de Batllistas de Ley, los dos sectores visibles del Partido Colorado, por separado pero de manera concertada, proclamaron al Dr. Luis Alberto Ney Castillo como candidato a intendente de Montevideo en el Partido de la Concertación, lema bajo el cual compareceremos conjuntamente con el Partido Nacional en las elecciones departamentales de 2015. Esta solución es producto del concierto de los principales dirigentes de ambos sectores, encabezados por Pedro Bordaberry y José Amorín. La designación formal corresponderá a la Convención Departamental del Partido Colorado que emerja de las elecciones internas del 1º de junio de 2014. Pero como ya fue dicho cuando se aprobó el Acuerdo por Montevideo, salvo un cataclismo cósmico, esa próxima Convención responderá mayoritariamente a los mismos liderazgos actuales, y por tanto sostendrá y ratificará lo actuado por sus mismos dirigentes. El asunto, pues, está decretado. Listo el pollo. No hay nada más que hablar. A llorar al cuartito. Sangrando por la herida Desde que empecé a militar en el Partido Colorado en 1980, recibí de nuestros mayores el mensaje de la unidad partidaria; pero con el matiz que le imprimió Tarigo, de cara a las internas de la salida de la dictadura. En el número de Opinar del jueves 22 de julio de 1982, en su editorial titulado «Unidad no es igual a lista única», Tarigo sostenía: «Entendemos que la unidad del Batllismo —que afirmamos y que propiciamos con absoluta convicción— no requería ni requiere la formulación de una lista única. Una elección interna necesita una pluralidad de listas». Y en adelante, dedicó varias notas a desarrollar tal perspectiva. Desde luego, esto es prehistoria: era otro mundo, otro país, otro partido. Pero la verdad de aquellos asertos, de principio y de estrategia, se mantiene intacta. Una elección interna competitiva da lugar a que resuenen las múltiples voces partidarias, con más o menos eco, pero enriqueciendo la polifonía de un partido grande, abierto y plural. Y al cabo, en la fragua de la orgánica, volvemos a formar la columna ordenada que victoriosamente va. Disputa y acatamiento electoral, tesis, antítesis y síntesis hacen crecer y fortalecen a las colectividades. En ciertas circunstancias, esta dinámica surge naturalmente; en otras, es necesario que se la estimule; en otras más, no prospera. En relación a Montevideo, el Acuerdo, y el aporte colorado, consagrar al candidato a la Intendencia con el calor de una interna, sigo creyendo, hubiera contribuido a colocar al Partido en mejor posición para enfrentar el gigantesco desafío de 2015. Pero no prosperó. Empatados y creciendo También la semana pasada, patrocinado por la fundación Konrad Adenauer, se llevó a cabo el segundo evento en el que Luis Eduardo González presentó los últimos datos de las encuestas de CIFRA a este respecto. Preguntados los montevideanos por su intención de voto en las departamentales, la suma de quienes anuncian que votarán colorado, blanco, o concertación iguala a quienes votarían por el Frente Amplio. En la breve secuencia desde que apareció la concertación en el escenario, la gráfica muestra su crecimiento, contracara de la «fatiga de los 25 años» que acosa a la propuesta frenteamplista. Ocurre que la gente no es estúpida. Las adhesiones ideológicas o emotivas ceden ante la evidencia de la incapacidad de gestión y del manifiesto agotamiento de un modelo (si es que alguna vez hubo tal cosa) y de unos equipos cada vez más devaluados. El Frente está listo para perder la Intendencia de Montevideo en 2015. Falta saber si la oposición estará lista para ganarla. El Acuerdo, la Concertación, era un componente imprescindible y excluyente para quedar en ruta; absolutamente necesario, pero no suficiente. Ahora tenemos que hacer todo bien, cada una de las partes y el conjunto. Para ganar, el Partido Colorado y el Partido Nacional (y eventualmente la tercera pata que cabe en el nuevo lema, que ojalá sea el Partido Independiente), pero también el Partido de la Concertación como entidad distinta de sus partes, deben alcanzar sus máximas potencias, por separado y en articulación. No hay tiempo que perder Al comentar detalles de la encuesta, González reveló lo que la gente espera de la nueva coalición: (i) que sea capaz de presentar equipos competentes; (ii) que ofrezca soluciones concretas para los problemas urgentes de La Ciudad; y (iii) que además de las particularidades que puedan exhibir sus candidatos de distinto origen, presente un proyecto común que comprometa a todos. Suena razonable. Y si es así, ¿alguien cree que se pueden satisfacer estas demandas en los términos tradicionales de una campaña electoral? ¿Alguien supone que bastará con una buena campaña mediática y un programa de gobierno dibujado un par de meses antes? ¿Alguien, por azar, imagina que este desafío extraordinario que nos hemos impuesto no requiere esfuerzos también extraordinarios? La perspectiva de elegir al candidato a intendente en las internas del año próximo, suponía que todos los engranajes se pusieran en marcha ahora mismo, tal como está ocurriendo con las candidaturas nacionales. Desechado ese camino, la proclamación anticipada del candidato colorado no puede suponer que el inicio de tales trabajos se postergue ¿hasta cuándo? ¿Hasta después del verano? ¿Hasta después de las internas? ¿Hasta después de las nacionales? Tenemos candidato; ahora hace falta parar al Partido Colorado en la cancha departamental, para después poder interactuar con el Partido Nacional y poner en pie al Partido de la Concertación, del que el Acuerdo por Montevideo es su precondición política, nada menos, pero nada más. Si bien Ney Castillo es el abanderado, y en tal condición tiene obligaciones propias e intransferibles, el compromiso es del Partido, la ilusión es de la mitad de los montevideanos, y los deberes son de todos los que queremos un cambio para La Ciudad. Los sectores que proclamaron al candidato (que representan a la virtual unanimidad de la actual orgánica colorada) tienen que terminar lo que empezaron, a riesgo de incurrir en crimen de lesa irresponsabilidad: deben consagrarlo cuanto antes en un ámbito partidario (¡así sea en el Comité Ejecutivo Nacional!), y poner a su servicio los barruntos de una organización política de la que Ney Castillo carece, indispensable para acometer la inédita batalla cívica que tenemos por delante. Y allí tendremos que cuadrarnos todos los que sentimos la vocación y el deber de contribuir, sin vanidades, sin vacilaciones, sin caprichitos; todos con Ney Castillo, que es decir con el Partido, con el Acuerdo y con Montevideo. || |
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