Hugo Batalla: El escudo de los débiles |
Felipe Caorsi |
Estudiante, obrero, abogado, gremialista, periodista, diputado, senador y vicepresidente de la República Oriental del Uruguay. |
«El Hugo» nació en la casa que hizo su padre, inmigrante italiano, en el barrio de Pueblo Victoria. Era el menor de cinco hermanos, iba a estudiar al liceo con la ropa que habían usado sus hermanos. De esto diría «no hay nada que democratice más que la túnica blanca y el uniforme». Hilda, quien entonces era su novia, le consiguió un trabajo en Ferrosmalt. Allí se destacaría como trabajador y como gremialista, siempre dispuesto a recoger los reclamos de sus compañeros. En una huelga de esa empresa se encuentra con un ex compañero de clase, Jorge Batlle, quien lo lleva a hablar con su padre, Luis Batlle Berres. En el Uruguay del segundo batllismo estudiaban juntos el hijo de obrero y el hijo del presidente. Los «Jóvenes Turcos», el periodismo, la derrota colorada de 1958, la creación de la 515, luego 99. La ida del Partido Colorado para crear un partido batllista y un periplo que lo llevaría a no cambiar nunca. Hugo tomó ese escudo y lo llevó con él durante toda su vida. Como abogado fue defensor de los más débiles, recordemos su pasaje por el Frente Nacional de Inquilinos donde cobraba la módica suma de 20 pesos por escrito, atendía más de veinte personas por día y nunca perdió un caso. Como vecino: su casa de La Teja tuvo que ser vendida para levantar embargos, Hugo salía de garantía para quien se lo pidiera. En esos penosos años (1973-1985) Jean François Thioller era el secretario político de la embajada de Francia en Uruguay, fue quien abrió las puertas de su embajada para cobijar a los políticos proscritos y perseguidos políticos. De las reuniones en la embajada y en casas particulares Thioller queda maravillado con la personalidad de Hugo, lo reconoce como un republicano defensor de la democracia. En 1987, reconquistada la democracia, el embajador francés en Uruguay (ya sin Thioller entre sus hombres) le otorga la Orden del Mérito Nacional de la República Francesa a Hugo Batalla. Las palabras del embajador en ese día fueron: «Me alegra distinguir a un eminente hombre político, totalmente comprometido con su lucha. Por el solo hecho de que es Hugo Batalla, un hombre que hace honor a su país y que hace honor al medio político en general», y «se consagró enteramente a la defensa del interés general, a la República. Lo hizo con fe, con gran espíritu de convicción, y con un sentido de la justicia admirable. Y por sobre todo lo hizo con coraje cuando defendió a los presos políticos, víctimas de las violaciones de los derechos humanos». Diez años después el presidente francés Jacques Chirac condecora al Dr. Hugo Batalla con la Legión de Honor de la República Francesa. Italia, Brasil y numerosas organizaciones de defensa de los derechos humanos condecorarían a Hugo a lo largo de su vida. Ya en democracia, fueron muchos los ofrecimientos a ocupar cargos en los gobiernos blanco y colorados. Todos los partidos lo querían, muchos de los que tenía a su lado lo vetaron e hicieron lo posible por echarlo, primero de su partido, luego de su barrio. Luis Alberto Lacalle asume la presidencia el 1º de marzo de 1990 y le ofrece a Hugo el recientemente creado Ministerio de Ordenamiento Territorial y Medio Ambiente. En ese momento el veto para que no asumiera vino de la lista 99. Este no evitó cosas como esta: Le escuché decir a Gerardo Caetano que cuando Sanguinetti gana las elecciones de 1984 ve venir a Hugo y le despeja el camino, una vez abrazados le dice algo al oído. Lo cierto de todo esto es que diez años después Sanguinetti ganaba la presidencia y el vice era Hugo. A decir de Julio María Sanguinetti: «Acaso sin saberlo, era un confuciano que sentía la vieja pragmática de que aquel que busca todo el día el bienestar ajeno, se asegura el bienestar propio en el sentido de una tranquilidad espiritual. Que le permitía mantener, aún en las más difíciles circunstancias, el ademán sereno, la sonrisa jovial, el chiste oportuno, ese humorismo permanente que le daba un toque de humanidad a todo aquello que lo envolvía». Algún día habrá que escribir sobre el militante colorado que se hizo al lado de Luis Batlle, su relación con Zelmar Michelini («Zelmar era la mano derecha de Luis Batlle, la mano derecha de un hombre derecho»), su pasaje por el parlamento. Su relación con Wilson (quien le confesó la «cruzada libertadora» que se tenía pensada para 1973 desde Buenos Aires). Su relación con el fútbol (jugaba en Liverpool como su hermano mayor). Su ideario socialdemócrata y tantas cosas más que siguen vivas en los pasillos del parlamento y las esquinas de La Teja. A un año más del nacimiento del Hugo*, quiero saludar a todos los que lo sentimos un poco nuestro y en especial agradecer a Hilda Flores, quien hizo más que conseguirle el primer trabajo; a Laura, Sergio, Joaquín, Valentina, Aldana y Felipe. || *Artículo publicado originalmente el 11 de julio de 2012 en el portal Globedia. |
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