El fiscal del caso Pluna pidió procesamiento sin prisión para Fernando Lorenzo y para Calloia por el delito de «abuso de funciones». Todos nos hicimos una idea clara de lo que pasó: el Gobierno estaba hasta las orejas de barro con el tema, se habían jugado a la subasta de los aviones, pero a la hora de los tiros el único que prometía ofertar era el caballero del nombre falso y la empresa trucha. Faltando un par de horas para el remate, Mujica llama a Lorenzo, Lorenzo llama a Calloia, y Calloia firma el aval, violentando todas las normas bancarias. Después pasó lo que tenía que pasar. Me imagino lo que habrán sido esas horas previas al remate: «esto no puede fracasar, sería un golpe para el Gobierno, quedamos como unos payasos, está todo arreglado, dale que va a salir bien, se venden los aviones y se acaba el problema, no podemos seguir cargando con este fardo, esta vez no hay error posible, López Mena es un amigo, ¡¡dale, dale, dale!!». Y le dieron nomás. Estado de necesidad, digamos.
Nada de esto aplica al caso que acaba de hacerse público en la Intendencia de Montevideo, donde el abuso de funciones se condimenta con otras figuras del código.
Cantón con barbacoa
El martes pasado El País hizo pública una denuncia que presentaron el edil nacionalista Edison Casulo y el concejal municipal del Municipio E Nicolás Martinelli, en referencia a la construcción de un cantón de limpieza en Carrasco, violando varias normativas de la propia Intendencia, pero además la decencia y el sentido común. La construcción del escándalo es un edificio de dos pisos que se está levantando en la calle Costa Rica entre Couture y Rivera, frente a las canchas del Carrasco Lawn Tenis, una de las zonas más caras de la ciudad (y una de sus cuadras más deprimentes también, todo a cuenta de la Intendencia: el viejo cine Carrasco, el viejo conventillo donde otrora se alojaban los empleados del hotel, el viejo cuartelillo de Bomberos, en la otra esquina el viejo gimnasio, y en el medio, ahora, esa construcción sin terminar, todo, de punta a punta, sucio, descuidado, en ruinas).
Según la información que publicó Andrés López Reilly en El País, el edificio estaría destinado a un cantón de limpieza de la Unidad Playas de la Intendencia, el costo de la obra es de un millón de dólares, y su emplazamiento violaría múltiples disposiciones municipales. Habla Casulo: «Viola la normativa de construcción tanto en lo que respecta a retiros frontales como altura; viola la normativa especial de protección patrimonial del centro histórico de Carrasco; viola el Plan de Ordenamiento de Carrasco aprobado por la propia Intendencia. En la obra operará en forma permanente maquinaria pesada de limpieza, cuya circulación está prohibida en la zona». El legislador del herrerismo añadió que estaba previsto que en el cantón se realizara «lavado de la maquinaria pesada», algo expresamente prohibido en la zona, y que el avance en altura obedece a la construcción de «una barbacoa con parrillero y servicios». Por si faltara una frutilla, los denunciantes también señalaron que la obra no cuenta con permiso de construcción «de la propia Intendencia de Montevideo» y «no fue autorizado como es debido» por el área de Acondicionamiento Urbano. Una vergüenza. Un desquicio. No puede ser peor.
Asado con coca-cola
Sí, puede ser peor. Al desquicio administrativo puede sumársele el descaro político, el gesto de arrogancia, de soberbia «a la Calloia»; de «aquí no pasa nada», «está todo bien», «no es para tanto». Veamos: interrogado por El País, Juan Canessa, el director del Departamento de Desarrollo Ambiental, bajo cuyo mando está la División Limpieza, declaró muy suelto de cuerpo que la barbacoa con parrillero en la parte superior del edificio «no se llegó a construir». Pero que «los lugares pueden tener ese tipo de elementos para algunas actividades particulares. Lo que está prohibido en los locales municipales es el consumo de alcohol. Y por supuesto está prohibido hacer otras cuestiones en el horario de trabajo que no sean el trabajo. No sería el primer lugar que tuviera parrillero. Algo que nosotros encomendamos estudiar es si la ubicación es la correcta, porque me da la sensación de que con eso quedaba fuera de altura». ¿¿Pero qué dice este señor?? ¿¿Está en sus cabales?? ¿¿Todos los cantones de limpieza tienen parrillero?? ¿¿Están disponibles para «algunas actividades particulares» fuera del horario de trabajo?? ¿¿Está permitido hacer asados en los locales municipales si no se consume alcohol?? ¿¿Van a hacer el parrillero al fondo, para que no quede fuera de altura?? El delirio es de tal magnitud, que más que político suena psiquiátrico. Así están los jerarcas de la Intendencia; fuera del mundo, desconectados de la realidad, envueltos en la nube de un cuarto de siglo de monopolio, borrachos de poder. La denuncia penal está en curso. Todos debemos prestarle seguimiento y la mayor atención. Los denunciantes pretenden que Juan Canessa explique «el motivo por el cual ordenó una obra careciendo de facultades para hacerlo y en violación de la normativa vigente, en claro perjuicio de la Administración y de los particulares». Y que la directora de Acondicionamiento Urbano, Eleonora Bianchi, haga lo propio, también ante un juez, porque «estaba en conocimiento de la violación de varias normas». Bien Casulo.
Esto tiene que cambiar
Este título fue el eslogan que usamos en las elecciones internas de 1982 con la lista «ACE» (en esa ocasión, a la dictadura se le ocurrió que no se podían usar números), que a partir de 1984 sería «Libertad y Cambio —lista 85», liderada por Enrique Tarigo. Hoy, después de veinticinco años de gobierno montevideano frenteamplista, cabe decir lo mismo: esto tiene que cambiar. Y así viene perfilándose, por donde lo miren. Según una encuesta de Equipos divulgada la semana pasada, la gestión de Ana Olivera cuenta apenas con el 31 % de aprobación de la ciudadanía (la más baja es Patricia Ayala de Artigas, también frentista, con 28 %; y el más alto es Germán Coutinho de Salto, colorado, con 75 %, seguido de cerca por Marne Osorio de Rivera, también colorado, con 68 %). Muy probablemente la coalición frenteamplista exprima las posibilidades que ofrece la legislación electoral, y para las elecciones departamentales de 2015 presente tres candidatos, los más atractivos que encuentre. Pero ni que fueran treinta podrán sacudirse la verdadera herencia maldita de sus predecesores. Ni podrán invocar la continuidad de la gestión; ni podrán sostener que vienen a cambiarla; ni podrán exhibir mejores equipos que los actuales; ni podrán, en fin, seguir changando con la esperanza de la gente a fuerza de apelaciones ideológico-emotivas. Esto tiene que cambiar, y si vendrá perfilándose el cambio, que tras 180 años de construir país a fuerza de tesis y antítesis, blancos y colorados resolvimos hacer la síntesis en Montevideo, y formamos el Partido de la Concertación, desde el que un candidato de cada uno de los partidos fundacionales, vinculados por un programa común, acumularán sus votos para darle a los montevideanos una opción real de cambio en 2015. Sí, esto tiene que cambiar. Y para eso ya tenemos abanderados, nosotros a Ney Castillo, que empezó su trabajo político en estos días, y a cuyo alrededor habrá de constituirse un equipo de hombres y mujeres competentes y comprometidos con la ciudad, capaces de articular propuestas audaces pero posibles, como las que necesita Montevideo para salir de la trampa en que la metió la vieja y exhausta coalición gobernante. Ojo: el cambio empieza en las internas, ahora nomás, el 1º de junio. Aunque cueste seguir el hilo hasta mayo de 2015, en las internas se eligen las autoridades partidarias, nacionales, pero también departamentales. De eso hablaremos en próximas columnas, mientras seguimos los pasos del expediente «La Ciudad vs. Canessa, Bianchi & Olivera —Asunto: cantón con barbacoa y servicios». || |