Corralito mutual |
Jennifer Depaula |
El mes de febrero nos permite, además de disfrutar del tablado si nos gusta el Carnaval, que se abra el corralito mutual y nos podamos cambiar de sociedad médica. Bien. El año pasado fue duro en cuanto a salud para mí y la verdad que fue cuando hice uso realmente de los servicios de la mutualista. Antes, a pesar de ser socia, como que iba muy esporádicamente para algún control anual de odontólogo o similar. Bien. El año fue duro y el servicio malo (por no decir paupérrimo). Esperé con ansias este febrero para poder decir «chau, borrón y cuenta nueva». Peeero (los «pero» generalmente no son buenos) hoy me arrepiento del cambio. ¿Por qué? Porque llegué y, por ser nueva, no conocía las instalaciones, y cuando quise preguntar no había nadie en informes. Porque saqué hora para las 8 y me atendieron 8.30. Porque cuando quise sacar hora para la próxima consulta me dijeron que no tenían más números, que abren la agenda para abril el 6 de marzo (a ver, calculemos, ¿cuánto demoran en atenderte al final?). Porque pregunté a qué teléfono llamar para sacar número, me dijeron que tengo que ir a sacar personalmente, que hay que ir temprano y hacer cola afuera porque (palabras textuales) «hay mucha gente y pocos odontólogos». Porque las instalaciones son feas, viejas, con bancos tipo de plaza en las salas de espera, sin aire acondicionado ni un ventilador siquiera, pisos viejos, con baldosas faltantes. ¿Qué es esto? ¿Salud pública? Y ojo, no busco ofender ni desmerecer a nadie pero es la verdad. Históricamente fue en salud pública, en los hospitales, donde la gente hacía colas desde temprano para conseguir un número. En las sociedades eso no pasaba. Era en salud pública donde faltaba infraestructura, donde las edificaciones eran feas y viejas. Entonces me pregunto, ¿el Fonasa no era para mejorar? Ah, no, cierto, era para «igualar». Claro, ahora lo entiendo todo. «Igualar» significa que a todos nos atiendan mal, que todos hagamos cola afuera para conseguir un número, que todos deambulemos sin rumbo en un pasillo oscuro y húmedo. Desastre es la única palabra que se me viene a la mente. Desastre y mediocridad. |
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