El relato de la ex pareja del enfermero acusado de abusar de una menor en CTI
Liber Trindade
 

La semana pasada tuvimos la oportunidad de poner en conocimiento de la gente el hecho que le tocó vivir a una familia, cuando un enfermero presuntamente abusó de una joven de dieciséis años mientras estaba internada en un CTI [v. nota al final «El caso denunciado días pasados»].

Luego de ver esa nota, quien fuera pareja de este enfermero en el año 2002 se puso en contacto con la madre de la chica para aportarle datos para la investigación de este caso, lo que resultó en este contacto y esta entrevista.

Hoy acudimos al domicilio de esta señora, una joven mujer de treinta y cinco años, de muy buen trato y mucha sensibilidad, que muestra un conocimiento profundo de muchos temas y con un muy buen currículum vitae como enfermera especializada en tratamiento hepático.

Siempre es difícil encarar una entrevista con una carga emocional tan importante, con secuelas de una relación compleja, pero ella luego de unos minutos y de respirar profundamente, comenzó a relatarnos los momentos muy complicados que le tocó vivir en aquellos años y que aún la atormentan.

Ella lo conoció en el Hospital Militar. Era un hombre muy inteligente, con mucha experiencia con sus treinta y pocos años. (Ella reitera lo difícil que han sido sus últimos diez años. No estamos hablando de un solo expediente, estamos hablando de un tipo que no se pone nervioso ante nada, que sabe cómo manejarse, a quien esta situación no le importa porque ha hecho cosas peores. Ella insiste en preguntarse cómo se pudo equivocar tanto, cómo no se dio cuenta antes). Él trabajaba en el CTI del Hospital Militar hasta que fue retirado, lo cual a ella —que se desempeñaba en una área intermedia— le intrigaba bastante.

En setiembre del 2002 comenzó su relación con este enfermero, nos recuerda que fue en plena crisis y era una solución para ambos compartir el techo y los gastos, en un momento tan difícil en la economía del país, ganando 4700 pesos. Ella sentía admiración por todo lo que él sabía. La nurse y otros compañeros le advertían porque salía con «eso», sin aclararle el por qué, hasta que a fin de año, ella encuentra en su casa, limpiando los muebles de la cocina, una cantidad importante de Mepiridina, «una especie de heroína sintética —según nos dice—, peor que la morfina, para que puedas comprender», que genera adicción física. Esta situación la puso muy mal, porque «una enfermera no tiene por qué tener psicofármacos en su botiquín». Le preguntó qué hacía eso en su casa y él dio una explicación muy vaga, a pesar de que ella advirtió los síntomas de su consumo.

(Nos cuenta de paso que hace poco estando conectada al Facebook, él se contacta con ella, lo que la puso muy nerviosa).

Sigue el relato diciéndonos que él llevó a la hija de ella de tres años a anotar al CAIF y la registró como que fuera suya, y dejó su número de celular para que se contactaran con él por cualquier cosa. Por esos días ella encontró varias jeringas usadas, ampollas rotas debajo de la cama, él se lo imputó a los perros. Luego se enteró de que la baja del Hospital Militar había sido por notoria mala conducta. Que se hubiese echado a alguien por ese motivo era algo que no tenía antecedentes en los últimos veinte años. Él le comenzó a pegar, dos veces dentro del Hospital para que ella le consiguiese Mepiridina, incluso intervinieron para separarlos acompañantes de pacientes y en la segunda ocasión una enfermera.
Ella lo informó «al comandante Fernández, hasta al general Díaz, por lo que se pueden buscar las pruebas». Le indicaron que sabían la historia muy correcta de ella, pero también la historia de su pareja. Le dijeron que harían un identikit de él para que la guardia no lo dejara entrar al hospital, que tenía prohibida la entrada. Posteriormente él la llamó para exigirle que le consiguiera Mepiridina o de lo contrario no volvería a ver más a su hija. Ante la desesperación ella hace varias llamadas para que le dieran una mano, convencida de que él la tenía.

Hizo la denuncia a la Comisaría de la Mujer para que —al ser él militar, al igual que ella— lo pasaran a la justicia civil. Allí descubrió que nunca se había dado la orden de prohibirle la entrada al hospital.

Al final pudo saber que a él lo separaron del cargo luego de una situación en la que una paciente en CTI , de quien se esperaba su deceso, finalmente se recuperó y declaró ante los médicos que este enfermero mantenía relaciones sexuales todos los días a su lado, casi arriba de su cama, mientras estaba entubada. (Nos cuenta la entrevistada que también encontró un manojo de fotos de pacientes entubados, fotos extrañas sin sentido, gente desnuda, nos habla del tipo de mujeres que elegía para estas relaciones, militares muy pobres, con mucha necesidad).

Nos habló de algo que él le contó, una especie de «juego» llamado «cambiá de página», en el que él pedía a una eventual pareja sexual que pasara la página de una revista pornográfica mientras se masturbaban dentro del CTI. Dice que si todo esto salía a la luz, allí caía mucha gente, que llegaron a faltar quinientas ampollas de Meperidina por mes. Era notorio en sus brazos las secuelas de lo que se inyectaba, hasta andaba con los brazos vendados. Hoy le preocupa que él está trabajando en las ambulancias del 105 del Hospital Pereyra Rossell, con calificaciones negativas.

Ella renunció hace muchos años al Hospital Militar, se ha dedicado a trabajar en forma independiente, con mucha amargura con las cosas que pasan en la salud de nuestro país, de las que fue testigo, de mala praxis, de episodios que le han costado la vida a pacientes. Para finalizar se pone a entera disposición de la Justicia para atestiguar en este caso, buscando que se investigue, porque simplemente es reunir los hechos que se dieron en Montevideo e investigar en Artigas adonde él fue varios años (es su ciudad natal) para encontrar todos los elementos de esta conducta enferma, que no han querido parar a tiempo.

Palabras textuales
«Yo encontré dentro de mi casa ampollas con esta medicación [opiáceos] y eso hizo que yo hurgara en sus cosas y encontrara fotos de pacientes en CTI [...], entonces eso hizo que en mí detonara el echarlo de mi casa».
«A él lo despiden del Hospital Militar en diciembre del 2002 con mala conducta [...]. Hacía veinte años que no se despedía a nadie con mala conducta y [...] no existía antecedente que un auxiliar de enfermería fuera despedido con mala conducta».
«Yo no estoy dando esta entrevista solamente para darle una mano a la mamá de esta nena, [la] estoy dando porque es necesario que esta persona no esté más ni trabajando ni dentro de la sociedad [...]. Yo estoy cumpliendo con una obligación, es una obligación de cualquier ciudadano, ante un delito, intentar que se lleve a la Justicia».

El caso denunciado días pasados
Los hechos según los relata la madre de la joven de dieciséis años

En la madrugada del 6 de abril, el enfermero ingresó a hacerle controles a la adolescente, internada en CTI. El enfermero le llevó las manos al pene y le ofreció pasarle aceite en la espalda, lo que efectivamente realizó cuando ella se adormeció. Ella le dijo que no, que no le gustaba. Él le pidió que se pasara el aceite en la cola, a lo que ella se negó. Él insistió en colocarle la chata, lo que ella tampoco quiso. Por último él levantó totalmente las sábanas para arreglarlas, dejando al descubierto su torso desnudo. Él le preguntó cuántos años tenía y ante la respuesta comentó «ah, parecés una niña, sos muy linda». A la mañana al ingresar, su madre vio algo extraña a su hija y le preguntó qué le pasaba. Al enterarse de la situación, la madre hizo la denuncia a la institución, la que inmediatamente tomó cartas en el asunto. El funcionario fue separado de su cargo mientras se realiza la investigación.
 
 
Entrevista a la madre de la joven presuntamente abusada:
 
 
 
Entrevista a la ex pareja del enfermero acusado:
 
 
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