Alexitimia, el dolor de no sentir
Juan Pablo Brand
Publicado originalmente en http://infancias-jpb.blogspot.com
 
 

La dificultad de algunas personas para experimentar, identificar y expresar sentimientos.

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No conecte
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No espere
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Me siento entumecido.
—U2, Numb.

Soy abúlico,
apático,
displicente,
impasible,
impávido,
impertérrito,
imperturbable,
inalterable,
inconmovible,
indiferente,
indolente,
inexpresivo,
insensible,
glacial,
soy todos los sinónimos de «no me importas».
—Juan Pablo Brand, No me importas.

 

Un nuevo filósofo ha salido a escena, Byung-Chul Han, un nuevo libro ha salido de su pluma, En el enjambre, su tema, la vida en los medios digitales. No me detendré en esta ocasión en esto, tan solo retomaré una frase de su maravilloso texto: «El sí mismo como bello proyecto se muestra como proyectil, que se dirige contra sí mismo». El Yo como la gran obra, la permanente huida a las imágenes, como la denomina el propio Han; decorar, decorar y decorar al sí mismo, exhibirlo a la mirada, sin reciprocidad, hacer nuestra imagen mayúscula hasta asfixiarnos en ella. Vivir sin a-fecto, desde su acepción más antigua: no «estar en dirección hacia las personas», por sentirse per-fecto: «hecho del todo, acabado». Sensaciones vacías, sin energía y sentido, por tanto vaporosas e innombrables, alexitimia: a (privativa) - lexis (palabra o acción de hablar) - thymos (emoción). Pérdida de la conciencia intraceptiva, la conciencia de las señales del cuerpo, quedarse sin palabras para denominar el movimiento visceral y muscular impulsado por las emociones, no distinguir la constipación del miedo, la hipertensión de la alegría o el ahogo de la tristeza.
Tantas etimologías son la mejor antesala para un griego, Peter Emanuel Sifneos, quien en el año de 1972 nos obsequió este neologismo construido con términos griegos, para describir la marcada dificultad de algunas personas para experimentar, identificar, diferenciar y expresar sentimientos; así como la escasez de fantasías y una forma de pensar utilitarista. No se sorprendan si les resultan conocidas estas manifestaciones y si han comenzado a pensar en algunos conocidos, Sifneos, quien nació el 22 de octubre de 1920 en la mítica ciudad de Lesbos y murió en Belmont en 2008, tuvo el genio clínico para dar nombre a un mal de época.

Dialoguemos con Francisco Alonso Fernández, catedrático emérito de Psiquiatría y Psicología Médica de la Universidad Complutense de Madrid, quien en su artículo La alexitimia y su trascendencia clínica y social publicado en la revista [mexicana] Salud Mental, nos expone de manera muy clara los signos y síntomas de esta categoría psicopatológica. La lista es algo extensa, pero les aseguro que al paso de cada punto sentirán una ampliación de su percepción:

* Incapacidad de identificar, reconocer, nombrar o describir las emociones o los sentimientos propios, con especial dificultad para hallar palabras para describirlos.
* Pobreza en la expresión verbal, mímica o gestual de las emociones o los sentimientos.
* Falta de captación de las emociones o los sentimientos ajenos (trastorno de la empatía).
* Pensamiento muy concreto y pragmático, con dificultades para el pensamiento abstracto.
*Pensamiento centrado en detalles externos, sin conexión con el mundo vivencial interno.
* Reducción o anulación de la fantasía, los sueños o ensueños y la vida imaginativa.
* Falta de capacidad para la introspección y la creatividad.
* Psicomotilidad rígida, áspera, austera o desequilibrada y escasamente expresiva.
* Tendencia a recurrir a la acción para afrontar los problemas o los conflictos.
* Descripción prolija de los hechos.
* Discurso verbal monótono, lento, pobre en temas, detallista y enormemente aburrido.
* Dificultades para establecer contacto afectivo con los otros o mantener una dinámica comunicacional.
* Relaciones interpersonales estereotipadas y rígidas, enmarcadas en la subordinación o en la dependencia.
* Inclinación al aislamiento, sin tener sensación de soledad.
* Impresión generalizada de una personalidad seria, adusta o aburrida.
* Registro de que el aburrido o serio es el otro (un mecanismo de reduplicación proyectiva), lo que les lleva a ver a los demás con sus propias características.
* Maestros en esgrimir la defensa proyectiva.
* Descarga de las emociones o los sentimientos a través de los canales vegetativos corporales, lo que provocaría la disfunción o la lesión tisular de los órganos somáticos más vulnerables.
* Dificultades para distinguir las emociones de las sensaciones corporales.
* Existencia regida por proyectos de corto alcance y programada o mecanizada como si fuese un robot.
* Alto grado de conformidad social, rasgo catalogado por su sentido como una «seudonormalidad».
* Reducción de porcentaje del sueño REM (en castellano, etapa del sueño profundo: Movimiento Ocular Rápido).

Es la vida como Hikikomori, estos jóvenes japoneses que se encierran en sus habitaciones por meses o años y solamente contactan al mundo a través de los medios digitales. Pero al igual que estos jóvenes japonenses, los alexitímicos resguardan un gran dolor, particularmente el de la exclusión, desde su más temprana infancia sus figuras de apego les mantuvieron al margen de toda vinculación espontánea. Fueron «cuidados» por adultos emocionalmente  inaccesibles o reactivos con deficiente capacidad para responder a sus señales,  con una actitud constante de rechazo o violencia física. No entraré en discusiones cartesianas, no escindiré al cuerpo de la psique, puesto que esta división es producto exclusivo de nuestras categorías teóricas. Soma y psique son elementos de una sola unidad, que como los bosones y fermiones de la materia, son dos categorías de partículas mutuamente dependientes, vibrando al mismo tiempo.

La alexitimia sería entonces como una especie de entropía, en la cual las partículas se comportan de manera caótica con la amenaza de romper la cohesión, por lo mismo su terapéutica implica sintonizar el ritmo de las partículas, reducir las defensas de Yo que registra a soma como amenaza por la discontinuidad de respuesta que sus expresiones provocaron en sus cuidadores tempranos. Si la señal corpórea de miedo que se expresaba a través del llanto fue recibida con gritos de «¡Cállate!» o con maltrato físico, dicha  sensación fue registrada por el Yo como causa de daño, por lo tanto se generó miedo a sentir miedo.

Las emociones son nuestro recurso más valioso como especie, ellas son las señales que nos llevan al afecto, en dirección a los otros o a su evitación en caso de peligro. La alexitimia deja a las personas totalmente vulnerables, a merced de una realidad inmediata a la cual no saben reaccionar. Las emociones son el producto de un largo camino evolutivo, nos permiten reconocer cuando hay que huir ante un posible daño, acercarnos a los otros para vibrar con ellos o reproducirnos, buscar ayuda si estamos malheridos, defender nuestra vida y la de la nuestra prole, evitar intoxicarnos, reconocer estímulos nuevos y evaluarlos, en fin, son la clave de nuestra vida y supervivencia, por tanto, quien no las reconoce o las experimenta como amenazantes se convierte, como lo dice Byung-Chul Han, en su propio proyectil.

 
 
 
 
 
 
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