El Sistema destruye nuestra identidad |
Ed Vaghi |
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La gran mayoría de nosotros ignora que nuestra esencia más pura y profunda está siendo atacada constantemente por un enemigo intangible, invisible e inconsciente, y tan eficiente como lo puede ser una máquina. |
La fuente de donde proceden todos nuestros males como especie. Todas las guerras, los dilemas sociales, económicos y políticos no son más que consecuencias de este conflicto. Se trata de un acoso incesante del Sistema hacia la individualidad con el fin de controlar la identidad del ser humano condicionando sus deseos e impulsos. Algo así como un software mental que programa nuestras acciones. Somos seres sociales y evidentemente eso nadie puede negarlo, por lo que la convivencia por lo pronto debería ser sana y para ello debería de haber un equilibrio entre la expresión individual y las necesidades de los demás. Aunque las normas de convivencia no funcionan como algo útil para las personas, ya que nos convirtieron en instrumentos al servicio del Sistema. Si bien nuestros padres contaminados por el Sistema son inicialmente quienes ejercen directamente este rol de borrar nuestra identidad, es realmente en la escuela donde surge en toda su rudeza. Su propio mecanismo evidencia lo que el Sistema busca generar en nuestras vidas. Nos quieren callados, sumisos y receptivos para recibir «las instrucciones indiscutibles de la autoridad». Cuando la energía abundante que tiene un niño debería fluir espontáneamente de forma tal que su propia naturaleza les abra infinitas puertas de exploración y para aprender sobre su entorno con total naturalidad, son reprimidas. De esta forma entonces el Sistema puede operar sin riesgos de libre albedrío de conciencias. Esa es la verdadera función de los centros educativos o de «enseñanza». Lo cierto es que una vez que el individuo aprende a «obedecer», la mente es programada para siempre. Programada de forma perfecta para pasar a formar parte de la maquinaria del Sistema. Estamos hablando de una industria, en donde somos analizados y verificados cual control de calidad que se le hace a un producto, y quien no lo supere será rechazado inmediatamente por la sociedad como piezas no clasificables o reciclables. El Sistema no solo utiliza a la escuela como herramienta a la hora de anular nuestra individualidad y nuestro criterio propio. De hecho la sociedad entera es una maquinaria impecablemente diseñada para ejercer tal objetivo. Los medios de comunicación y la industria cinematográfica y musical trabajan incesantemente moldeando nuestra imaginación, el instrumento más maravilloso y de enorme poder con que cuenta el ser humano. Su fin esencial es prohibir que el individuo logre ver nada más allá de los límites que nos impone el Sistema, controlando nuestras mentes y robando nuestros sueños. Somos atacados incesantemente con música, TV y cine que tenemos que tomar como una pastilla recetada por la moda del momento. Nuestra sexualidad es también atacada, al principio tomada como un pecado, robando la fantasía y cargándola de culpa. Luego, el sistema mecánico del propio Sistema se aprovecha de la energía liberada por tanta represión y la convierte en algo superficial, un simple placer. Y así se promociona como cualquier otro producto de marketing. Una vez moldeada nuestra mente junto con nuestra fantasía y cortada la conexión con nosotros mismos es que nuestro enemigo ya no encuentra oposición y puede convertirnos en sus esclavos. Incapaces de explorar la realidad por nosotros mismos y de analizarla con criterios propios, nos aferramos a las verdades que nos brinda la autoridad, nuestro gran punto de referencia. Idolatramos banderas, colores y nos aferramos a las creencias e ideologías de quienes nos prometen la «verdad», de esta forma ya no necesitamos volver a pensar o analizar más nada, la propia creencia adquirida hará el trabajo por nosotros. Así nuestro pastor, el único con buenas intenciones, es al que debemos seguir junto con nuestro rebaño con la tranquilidad de que estamos en el camino correcto, dividiendo de esta manera al mundo en los malos y los buenos. Esta es nuestra conocida zona de confort en la que permanecemos eternamente y nos sentimos muy cómodos de vivir así. Ya no es necesario cuestionarse nada, no hay lugar en nuestro interior para incómodas preguntas. Ya abandonados nuestros instintos podemos relajarnos, ponernos muy cómodos y disfrutar de la rutina hipnótica diaria. Un constante bombardeo de estímulos que se manifiestan en frente a nosotros en forma de cientos de miles de imágenes, noticias y datos que deglutimos sin parar y sin llegar a digerir ni el contenido ni el mensaje, sin tiempo para asimilar qué quieren decir y sin posibilidad de asociarles la debida carga emocional. Esto nos genera una pérdida de sentido en las emociones que están asociadas a la inmensa cantidad de datos con los que nos bombardea el Sistema, finalmente caemos en la apatía y al final nada nos importa. Insensibilizados, perdidos y aturdidos, ni la más cruda verdad es capaz de incomodarnos y somos incapaces de traducir la indignación en respuesta. Nuestro mundo se convirtió en algo superficial, carente de profundidad, donde el chisme, la anécdota y la apariencia nos sirven de excusa para no afrontar nuestra triste realidad y que tanto negamos verla. Nos encanta pensar que todo va bien, que el mundo es perfecto y que todo está en su debido lugar aunque estemos viviendo literalmente en el mundo del revés y siendo castigados por nuestros protectores. Está claro que lejos de avergonzarnos por ello y de levantarnos en revolución para revertir la situación, apagamos nuestras ínfimas energías agrediendo a quien se atreva a revelarnos la verdad o intente despertarnos. El problema es que quienes actuamos ya no somos nosotros sino que es el Sistema el que actúa a través de nosotros. Instalado cual programa informático en nuestro cerebro, defiende su gran obra y nos utiliza como perfectas herramientas para sus objetivos. Somos literalmente esclavos, cada uno de nosotros con una función asignada. La enorme mayoría obedecemos ciegamente. Pero una minoría fue filtrada del Sistema y con su lógica inexorable, dicha maquinaria separa a los peores individuos, quienes carecen de empatía, los más egoístas y ambiciosos, con el fin de que conquisten los puestos de poder y sean de esta forma los que gobiernan al mundo. Su tarea es mantener el Sistema en funcionamiento y en pro de su propio interés. Actuando desde sus instintos más básicos, harán lo que sea para mantener el Sistema en pie destruyendo a su propia especie. No existe para ellos buenos, malos, leyes, morales ni banderas. Todo eso son mentiras creadas por la maquinaria para esclavizarnos. Su mundo solo se divide en depredadores y presas. El Sistema tiene instrumentos infinitamente superiores a los que disponía no solo hace siglos atrás, sino hace tan solo décadas atrás. Y su poder se magnifica junto con su control sobre los individuos de todo el planeta y ya no se limita al aspecto psicológico y social. En breve será físico, aunque en ese momento ya será demasiado tarde, porque el Sistema no actúa sobre las dinámicas sociales humanas sino sobre nuestro poder individual. Mantener la mente siempre ocupada y estar en un ruido continuo nos aleja de nuestros propios cuestionamientos y de nuestras propias verdades. Cuántas cosas podemos conocer si nos involucramos en el estudio y el análisis imparcial de las cosas, en lo que los medios de comunicación y la propia enseñanza que recibimos nos muestran como la verdad. Mediante la reflexión podemos interpretar un hecho y comprender la realidad que siempre es tan compleja. Sin acción no hay reacción, pero antes la reflexión. Reflexionar no es una tarea práctica, por lo que son necesarios momentos de no hacer nada. Estar en silencio es necesario para escuchar lo que nosotros tenemos para decirnos a nosotros mismos, para luego actuar en base a lo que sentimos. || |
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