The great pretender, la supuesta indolencia narcisista
Juan Pablo Brand
Publicado originalmente en http://infancias-jpb.blogspot.com
 
 

La personalidad narcisista: una patología de amor, a sí mismo y a los otros.

¡Oh, sí! Soy el gran impostor,
fingiendo que me va bien,
mi necesidad es tanta
que finjo demasiado,
estoy solo pero nadie lo diría.

¡Oh, sí! Soy el gran impostor,
a la deriva en mi propio mundo,
sigo el juego pero para mi gran desgracia
me has dejado que sueñe solo.

Demasiado real es esta
sensación de fantasía,
demasiado real cuando siento
que mi corazón no puede ocultar.

¡Oh, sí! Soy el gran impostor,
sólo riendo y alegre como un payaso,
parezco ser lo que no soy —lo ves—,
utilizo mi corazón como corona,
fingiendo que todavía estás por aquí.

—Buck Ram, The Great Pretender

 

Freddy Mercury murió en 1991, cuatro años antes grabó el tema compuesto por el representante y productor del mítico grupo The Platters, Buck Ram, logrando, desde mi perspectiva, la mejor interpretación de este tema, aunado al video en el cual Mercury dejó ver su mundo íntimo, burlándose de sí mismo y del entorno de imágenes que le rodeaba.

Compuesta en 1955, la canción no ha perdido vigencia, su letra ofrece un retrato de lo que el psicoanálisis denominaría posteriormente personalidades narcisistas, las cuales padecen ante todo de una patología de amor, tanto a sí mismas como a los otros.

El amor propio patológico de los narcisistas se expresa por un exceso de referencias a sí mismos como seres grandiosos: ambiciones desmesuradas con respecto a lo que en realidad pueden lograr, valores infantiles y pretenciosos intelectualmente. Dependen de la admiración, pero cuando la reciben no responden con gratitud. Se muestran superficiales, en particular en lo que respecta a las emociones de los demás, en contraste con el alto interés que muestran por sus propios estados afectivos. Su grandiosidad  alterna con inseguridad y sentimientos de inferioridad, ante todo, temen ser «comunes y corrientes».

En cuanto al vínculo con los otros suelen experimentar envidia, el bienestar de los otros les provoca una intensa sensación de incompletud y deseo de arrebatarles aquello que les aporta seguridad. Es por esto que devalúan todo logro de los demás y se desinteresan completamente por lo que puedan producir o proponer. En sus relaciones predomina la intención de explotar a los otros, se muestran abiertamente codiciosos al grado de robar o apropiarse bienes o ideas que no les pertenecen, se atribuyen privilegios no consensuados. Si alguien les gratifica le idealizan hasta el absurdo, pero a la misma velocidad a la que idealizan, devalúan e intentan destruir si se sienten frustrados, criticados, confrontados o no atendidos como ellos creen que se merecen. La mejor manera de ilustrar esto es con la típica escena a la entrada de un bar con mucha demanda, donde el cadenero deja entrar a la gente como cuentagotas, el narcisista que no es tomado en cuenta por ese guardián de la cadena suele gritar encolerizado: «No sabes quién soy». El problema es que en la gran mayoría de los casos ni siquiera ellos mismos saben quiénes son.

Mientras las personas neuróticas suelen operar movidas por la culpa, los narcisistas son impulsados por la vergüenza, esto explica cómo a muchos delincuentes al momento de ser detenidos lo que les importa no es que los demás sepan que cometieron algún daño sino «salir bien en la foto». La mayor afrenta a un narcisista es que se le avergüence, si esto sucede, son capaces de utilizar todos los recursos a su disposición para vengarse. En tiempos de redes sociales esto cobra unas dimensiones épicas, las batallas digitales de los narcisistas pueden extenderse por años.

Una característica muy propia del narcisista es la constante sensación de aburrimiento, esto se explica porque todo aquello que no implique colocarlo en el centro de atención le resulta tedioso. No logran aprender de los demás, tan solo imitan algunos rasgos de sus figuras idealizadas, esto es, como sienten que su talento es nato y no requiere desarrollo, basta con tomar la imagen de lo que admiran y reproducirla en sí mismos. Ya lo decía Jacques Lacan: «No me imiten, hagan como yo». A lo que se refería es que a su alrededor revoloteaban una gran cantidad de lacan-clones, que pretendían que al vestirse como él, hablar como él, repetir sus conceptos o fumar como él, ya tenían la genialidad del psicoanalista. Él les invitaba a que si querían parecérsele, mejor leyeran todo lo que él había leído, que tuvieran disposición al aprendizaje y pensaran por sí mismos, que dejaran su actitud de rémoras intelectuales.

No soportan la experiencia de la depresión, pues no la sienten como dolor sino como vacío. Esta vivencia el psicoanálisis la denomina pérdida del objeto anaclítico, esto es, el otro no es un equivalente con el cual se comparte un trayecto de vida, sino funciona como una prótesis del ser que al quitarse, el sujeto siente que cae. Hace varios años un grupo musical de adolescentes denominado RBD cantaba una canción que se titulaba Sálvame, para mí es la oda de los vínculos anaclíticos:

Sálvame del olvido... sálvame de la soledad.
Sálvame del hastío... estoy hecha a tu voluntad.
Sálvame del olvido... sálvame de la oscuridad.
Sálvame del hastío... no me dejes caer jamás.

Como bien lo transmite la canción The great pretender, frente a esta sensación el narcisista recurre a todo su arsenal defensivo que puede resumirse como estrategias para sostener la apariencia: mi necesidad es tanta que finjo demasiado. El secreto es ante la adversidad comportarse mamón, mostrándole al mundo que no hay malestar capaz de tumbarle, que sobrelleva las pérdidas con una indolencia ejemplar. En psiquiatría se denomina a esto alexitimia, la incapacidad de reconocer las propias emociones, lo cual está en el origen de los males psicosomáticos y buena parte de las adicciones.

Citando otra referencia de la industria pop, podemos decir con Sasha Sokol que el narcisista es un Amante sin amor, fue un bebé que aun utilizando todos los recursos que la naturaleza nos obsequia para generar las conductas de apego, no logró que su madre le reconociera con sus peculiaridades, esta lo convirtió en una proyección de sus propios vacíos, exigiéndole como condición de amor que fuera lo que ella necesitaba como complemento narcisista. El narcisista obligado a ser un reflejo desde la cuna crece como una imagen carente de símbolos y de esta manera queda condenado a las apariencias. ||

 
 
 
 
 
 
 
Al principio de la página | Todos los artículos | Todas las editoriales

 

Artículos de la edición #35.
En todos los kioscos de diarios y revistas del país desde el 1 de octubre de 2014.
Todos los números | Todos los artículos | Todos los columnistas
 
Editorial #35. Sin justicia
Liber Trindade
El testimonio de la madre de Melissa Ruggiero, a un mes de su muerte.
 
 
El califato islámico vs. Occidente
Marcos Benítez Rubianes
Hace algún tiempo que estamos escuchando sobre este grupo islámico radical. Pero, ¿qué es lo que conocemos realmente sobre ellos y cuáles son las repercusiones para la cultura occidental y el panorama de siglo XXI que se está gestando?
 
 
El Sistema destruye nuestra identidad
Ed Vaghi
La gran mayoría de nosotros ignora que nuestra esencia más pura y profunda está siendo atacada constantemente por un enemigo intangible, invisible e inconsciente, y tan eficiente como lo puede ser una máquina.
 
 
Steel framing
Liber Trindade
Un sistema constructivo de vanguardia que ha llegado para quedarse, más rápido, económico y sustentable que los métodos tradicionales.
 
 
El Partido Colorado en Rocha: pronóstico incierto y reservado
Juan José Pereyra
Edil Adrián Sánchez optimista: «Podemos recuperar la banca perdida en 2004».
 
 
The great pretender, la supuesta indolencia narcisista
Juan Pablo Brand
La personalidad narcisista: una patología de amor, a sí mismo y a los otros.
 
 
Siempre hay caminos
Leyla Martin
La cultura parece ser, en las actuales circunstancias, la puerta que está abriendo el venezolano para salir del agobiante tema político, la rutina y el estrés.
 
 
Humor gráfico | Una semana en la vida de Roberto Bornes (II)
Ignacio Bassetti
 
 
 
Marihuana: ¿hacia dónde va el Uruguay?
Dr. Tulio Peralta
La ley del Gobierno uruguayo que legalizó la producción, comercialización y autocultivo de la marihuana hace que sea más accesible la droga para cualquiera, aumentando así el riesgo de que muchas personas ingresen en el mundo del consumo de las drogas...
 
En el nombre de Dios
Prof. Juan Martín Sánchez
El avance de la homofobia de Estado en África, lejos de responder a una «defensa de la identidad cultural africana», como se pretende, es fruto del fundamentalismo occidental.
 
Libertad ciudadana
Jorge Castro Latorre
La seguridad pública, uno de los principales temas de esta campaña electoral.
 
Vázquez y Salud
Dr. Jorge Parodi Bernardi
Las propuestas de gobierno del Frente Amplio en lo relativo a salud.
 
Sí a la baja
Liber Trindade
Debemos tomar acciones concretas, hoy es imperativo votar por el sí a la baja de la edad de imputabilidad.
 
La Cuarta Teoría Política
Romina Lettieri
En su visita a Argentina, el filósofo Aleksandr Dugin nos explica esta nueva visión del hombre y del mundo.
 
¡Acción!
Felipe González Piñeiro
Entradas agotadas y un boca a boca que la precedía: «Relatos salvajes», de Damián Szifron.
 
¿Estaremos tan lejos?
Felipe Caorsi
Desde 1926 hasta 1954 el Partido Nacional votó bajo dos lemas distintos...
 
El último viaje (narrativa) / Poesía
Doly Hernández / Juan Pablo Brand / Ignacio Bassetti
 
 
 
 
 
 
 
 
 

 

 

Archivo | Artículos | Lectores | Créditos
Las imágenes y opiniones vertidas en los artículos y espacios contratados son de exclusiva responsabilidad de sus autores
© 2011-2014 Al día