El Partido Colorado en Montevideo |
Miguel Manzi |
Fernando Amado debe renunciar a la Secretaría General del Comité Ejecutivo Departamental. |
El Acuerdo por Montevideo cambia todo. La coalición de blancos y colorados es la modificación más audaz del escenario político uruguayo desde la creación del Frente Amplio en 1971, y la más dramática para los partidos fundacionales desde la batalla de Carpintería en 1836. Es también única en la historia patria, continental e intergaláctica, por su origen: terminó siendo, como todos, un acuerdo entre dirigentes; pero empezó siendo, como ninguno, un reclamo entre la gente; no estentóreo, no unánime, pero extendido y sostenido. Ahora estamos en vísperas del registro del lema común ante la Corte Electoral, que se llamará «Partido de la Concertación», siendo el nombre lo de menos. Lo de más es que cambia todo. En profundidad y en extensión; en cantidad y en calidad; en formas y en contenidos; el texto y el tono; el escenario y la posición de los actores. Persona o colectivo que no modifique sus rutinas tradicionales, queda fuera del tiempo; hoy la fórmula conservadora es al revés: el que no se mueva no sale en la foto o, en la mejor hipótesis, será apenas parte del paisaje. ¿Cómo se están parando en la cancha las colectividades políticas ante este radical cambio de época? Sinuoso itinerario Entre tanto, el Partido Nacional hace más de un año que tiene un candidato firme a la intendencia capitalina, Jorge Gandini; y recientemente desde el herrerismo amenazaron con salirle al cruce, asignándole relevancia e interés a la cuestión montevideana entre los blancos. El Frente Amplio, por su parte, ya anunció que presentará dos o tres candidaturas, lo que asegura una «interna competitiva», que se resolverá en el mismo acto eleccionario de mayo de 2015, elevando su atractivo sobre el envidiable piso electoral del que disfruta la vieja coalición. En el Partido Colorado, en cambio, no se habla del tema, o se susurra. El Comité Ejecutivo Nacional no formuló consideraciones públicas sobre las múltiples cuestiones que siguen al registro del nuevo lema, y el Comité Ejecutivo Departamental de Montevideo, que debería reclamar personería en la materia, está desaparecido y no precisamente en acción. Pedro Bordaberry declaró que están conversando con José Amorín para encontrar un candidato de consenso. Cabe entender que los conductores de los sectores partidarios estiman que ese es el mejor camino para asegurar un buen desempeño de la colectividad en mayo de 2015. Las lógicas tradicionales Discútase ¿Dónde habrían de procesarse esas discusiones? Sin renunciar al decisivo aporte de la dirigencia nacional, el ámbito natural son los órganos departamentales del Partido: el Comité Ejecutivo y la Convención de Montevideo. Y la responsabilidad natural de la organización y promoción de estas actividades debería reposar en el secretario general del Comité Ejecutivo Departamental (CED), que a la sazón es el diputado Fernando Amado. Ocurre que Amado se opuso al Acuerdo, abundando en las razones y fundamentos de su posición adversa. Y si bien al final acompañó el voto favorable de la abrumadora mayoría partidaria, nadie puede pedirle que violente de tal modo sus convicciones liderando un proceso en el que no cree; ni el Partido puede estar representado en esta instancia cardinal por quien propició enérgicamente una opción distinta. Fernando Amado, pues, debe renunciar a la Secretaría General del CED, para que en los próximos y decisivos meses otros se hagan cargo de la tarea. La Convención Departamental de Montevideo está convocada para fines de noviembre. Es una oportunidad privilegiada para que Amado presente su renuncia, rinda cuentas de su gestión al frente del CED, eleve la memoria de lo actuado en los pasados cuatro años, informe a sus correligionarios de las actividades cumplidas bajo su mandato, los objetivos trazados originalmente, los logros alcanzados, las dificultades encontradas y los desafíos pendientes. Desde luego que este planteo es incómodo, pero el Acuerdo, que todo lo cambia, reclama del Partido Colorado y de sus dirigentes acción y convicción. ||
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