La actual desidia
Ramiro Gómez
 

Uno siempre se pregunta cuál fue el inicio de las cosas. En el caso que nos ocupa últimamente la pregunta sería: ¿cuándo fue el inicio de esta inseguridad total que estamos viviendo?

En 1985, cuando hubo elecciones, recuperándose la democracia como forma de gobierno, las líneas ideológicas, únicamente para tomar las riendas de la conducción de la sociedad, dieron por tierra todo aquello que por ser llamado orden o control se tildaba de golpista, totalitario y un sinfín de epítetos similares como mensaje oprobioso de un legado maldito.

De esa forma se instaba a dejar libre sin control alguno todo aquello que se viera o pareciera restrictivo pretendiendo crear nuevamente al guardia civil de antaño con su silbato para avisar de sus recorridas y sin armas. Los estudiantes de los liceos dejaron sus uniformes para pasar a vestirse de las formas más variadas en una propuesta más que desigual, a los niños de las escuelas públicas se les dejó casi a su libre albedrío la lectura y mediante un plan piloto se dejaron de corregir las faltas, se dejaron de hacer planas, se descategorizó al maestro, quien pasó a ser una pelota de trapo y no pudo por obligación imponer el orden en su clase so pretexto de que algún padre le increpara sus palabras de orden hacia los niños.

Como se verá, el aparato policial comenzó su camino hacia el deterioro ante el nuevo enfoque de no control agravado por leyes que prohíben ejercerlo como forma de detectar personas buscadas. Conjuntamente con ello la enseñanza declina en favor del caos, continuando además con la baja de las exigencias en los niveles primario y secundario, lo que realizado de forma gradual se vuelve el clásico cuento de la rana dentro de una olla con agua a la que se calienta un grado por día, a lo que la rana se acostumbra hasta que muere cocinada sin darse cuenta, preguntándose: ¿por qué morí si me adapté al medio en el que estaba?

Entonces a nadie debe escapar el proceso por el cual pasamos, desembocando en una situación de la que ya no escapamos al estar inmersos en ella.

¿Solución?

A corto plazo ninguna.

La carencia de valores no se recupera tomando una píldora, aquellos que ya están sin ellos no es con dinero que se les instruye, por el contrario es imposible ya generar ni siquiera buenos hábitos, total es más simple robar que trabajar con total impunidad, mucho más si el que delinque es menor, el que cuenta con una inmensa cantidad de prebendas resultando a la postre un buen negocio (?) ser menor y delinquir.

Un Gobierno con las mayorías con que cuenta este y en especial la bonanza económica que nos inunda se hubiera podido deducir que íbamos todos en coche, pero lamentablemente esta sociedad se ha convertido en una especie de cambalache sin sentido ni finalidad, estando todos trepados a los carros que pululan.

 
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